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Era el momento más esperado. El ‘viaje’ se hacía sin falta todos los fines de semana en la madrugada. El Negro Jimmy arriba, en la cabina de dj, lo anunciaba: «Pasajeros del Tropitango, en este momento viajamos a Colombia«.

La música era reemplazada por el sonido de un helicóptero y enseguida empezaba un conteo regresivo: diez, nueve, ocho, siete, seis… Al llegar a cero, los tripulantes de ese vuelo imaginario eran recibidos con las notas del acordeón de Aniceto Molina y su canción El campanero. La pista de baile colmada por el proletariado mestizo bonaerense estallaba en el delirio tropical.

La escena tenía lugar en el Tropitango, una discoteca conocida como la catedral de la cumbia en Argentina, ubicada en General Pacheco, zona norte del Gran Buenos Aires. Mediaban los años 90, las políticas neoliberales del gobierno menemista empezaban a hacer mella en la sociedad, sobre todo en los pobres. Luego explotaría la crisis del 2001.

La zona norte hace parte del área metropolitana, la conurbación, de la capital argentina. Es un lugar donde conviven la opulencia y la pobreza extrema, un espejo de la realidad latinoamericana. Allí están los barrios privados más lujosos de Argentina, con muros y seguridad para aislarse de ese otro mundo que está ahí, a pocos kilómetros, a un par de minutos en auto: el de las villas miseria.

El Negro Jimmy

El Tropi, como es llamado por sus parroquianos, es el lugar a donde la clase obrera de la zona norte, pero también el marginal, aquel estigmatizado por la sociedad, el otro, va de fiesta. A donde por una noche se puede viajar a través del trance del baile a ese Caribe de ensueño que muestran las publicidades de las agencias de turismo; porque la semana pudo ser dura, la vida misma lo es, pero siempre está la cumbia para alegrarse.

Jimmy, el protagonista de esta historia, era el apóstol de los ritmos tropicales que todos los viernes, sábados y domingos guiaba a miles de almas cumbiamberas en el goce pagano.

El Negro Jimmy era la estrella del Tropitango y el referente constante de los cultores de la música tropical. Y abrió un camino, o lo mostró, cuando en la bailanta empezó a poner unas cumbias totalmente distintas a las que se venían escuchando, con un sonido más ‘colombiano’; con acordeones que hacían enloquecer al público.

Jimmy Nogueira nació en Buenos Aires en 1945. Hijo de una madre uruguaya y un padre brasileño, ambos de ascendente africano. Por aquellos tiempos un negro en la capital argentina era algo exótico y a él desde pequeño le tocó lidiar con el racismo de parte de una sociedad que siempre se identificó como blanca europea. Sin embargo, su personalidad arrolladora y su innato espíritu alegre fueron su mejor coraza contra la discriminación.

Y recuerda: ¡Si no está en SAPS Grupero… seguro no ha sucedido!

Extracto de Infobae

Brenda Gonzaga

Licenciada en Comunicación ~ Editora de noticias en SAPS Grupero y reportera de La Gorda Magazine.

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